
No sé últimamente qué me pasa, pero mi cabeza no consigue ponerse en su sitio, está a mil cosas y a ninguna y está consiguiendo agotarme.
Es verdad que en estas dos últimas semanas me han pasado cosas, pero eso no es razón para que esté tan negativa, yo no suelo ser así, consigo reponerme pronto de las contrariedades, pero ahora llevo días con muy, muy malas energías (más bien muy mala leche), o me lo estoy imaginando o de verdad me están intentando hacer daño. Y eso no me gusta, no me gusta que tal vez esté imaginando que una persona va a por mí si no es cierto, pero si fuera cierto tampoco me gusta porque estoy reconcentrando una cantidad de rabia que no me permite estar tranquila.
La cosa es de tipo laboral, pero claro esto no quiere decir que una vez que te vas a casa, “el reconcome” se quede en la oficina, se acomoda en un rincón , y el muy jodío no para de acribillarte: que sí que ese tipo es un…. Que sí que lo hace aposta….. Que no, que dice Pip que no, que soy una exagerada… que pase… que me olvide…
No es que sea la primera vez que haya tenido una discusión con el tipo en cuestión, porque hemos tenido algunas y sonoras, pero eran de tú a tú, tú eres un egoísta, o tú no eres quién para.., tú eres una soberbia, tú eres un … la cosa se quedaba entre nosotros y al día siguiente o al rato (depende) todo volvía a la normalidad, pero la última ha sido distinta porque yo he sentido maldad, no, más bien mezquindad; ha sido una discusión imprevista que llegó sin pensar y sin embargo ha sido la más larga, porque decidió no pararla en el momento preciso y rebuscó y rebuscó para ir sacando, de no sé dónde, dardos que lanzarme, incluso metiendo en “nuestra discusión” a personas ajenas.
No me ha gustado nada la persona que he descubierto, porque a pesar de las discusiones y que en algunas cosas me exaspere, es divertido y cuando no se pone vehemente es muy interesante hablar con él, pero este toma y daca, tipo comadre de corrala, con las puyas y los dardos, unido a otro disgusto que no tiene nada que ver con éste, me han dejado la moral por los suelos, y no sé porqué no logro sacudírmelo de encima, cuando parece que lo voy echando fuera, cualquier palabra o gesto lo hace aparecer y no quiero y no me gusta, porque es verdad que soy soberbia, que tengo mala leche y no sé cuantas cosas más, pero rencorosa creo que no lo soy, aunque ahora me lo esté planteando.