viernes, 1 de junio de 2007

Qué mala es la envidia

Ay sí, qué mala. Hoy he asistido a la transformación de dos mujeres, sus caras se han desencajado a la vez que el volumen de su voz subía y el tono de la misma pasaba a ser más corrosivo que el propo ácido. ¡Y se han puesto verdes! qué sí, que lo he visto yo con estos ojitos apeldarios que han de consumir las llamas de un crematorio.

Y pienso ahora, qué hijas de puta, que guarrrrras y que cabronas. Que se jodan, que se jodan, que se jodan, IDOS LAS DOS A TOMAR POR CULO.
Y lo pienso ahora porque en el momento de su transformación sólo he podído llorar, porque su mala hostia y su veneno lo ha provocado mi ascenso de hace un año y como ellas no... en vez de alegrarse por mí, han encontrado otro motivo para desmotivarse e indignarse y escaquearse y para quejarse una vez más de que nunca cuentan con ellas. Y vuelvo a pensar ahora: - ¿Para qué queréis que cuenten con vosotras? ¿para ver cómo os tocáis el chocho todo el día?

Váyanse a mierda señoras, A LA MIERRRDA

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